El acebal riojano no es grande (10 hectáreas en comparación con las 400 que tiene el de Garagüeta en Soria), pero sí importante como biotipo. Es un conjunto arbóreo con algunos ejemplares altos, de hasta diez metros de porte, que forman un pequeño bosquete donde apenas penetra la luz. Alrededor hay otros muchos acebos dispersos. Grandes, pequeños, algunos de tamaño bonsái, todos achaparrados, moldeados por el ramoneo del ganado que mastica sus aceradas hojas.
Subida al acebal
Subir hasta el acebal no es complicado. Hay dos maneras. La montañera y la comodona. La primera comienza en la Iglesia de Nª Señora de Tres Fuentes, románica del siglo XII, famosa por el manantial brota del monte. Un sendero con la pintura del PR comienza en la parte trasera de la iglesia. Remonta la ladera con fuerte pendiente; alcanza el collado de la Dehesa y luego baja a la balsa de Anguta, una aldea abandonada y arruinada nunca mejor dicho- en la vertiente burgalesa. Está recrecida con un murete de piedra. Junto a ella hay una fuente con pilón parada de vacas y ovejas.
La Dehesa es una pequeña depresión entre lomas rodeada de acebos aislados entre endrinos y rosales. Los brezos invaden el herbazal. Más arriba vemos dos construcciones: una chabola de pastor en mal estado y un corral. Sobre ellas está el núcleo del acebal. Cerrado, sombrío, refugio de vacas y ovejas y plagado de moscas en verano. Estamos en un paraje tranquilo, donde los únicos sonidos son el cencerreo de las vacas y el croar de las ranas cuando el calor aprieta. También hay mastines. Protegen sus rebaños. Nos ladrarán si molestamos a las ovejas.
Si no nos sentimos con fuerzas para remontar el camino de Las Tres Fuentes se puede llegar hasta el acebal o cerca en coche. Basta subir por la carretera al Alto de la Pradilla y en el km.1 (hubo un letrero) seguir el ramal de grava bacheado (derecha) que nos deja en la dehesa. También se puede aparcar en el cruce (km. 1). Luego 20 minutos a pie.